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Artículos

IMAGEN E INSTITUCIONALIDAD DE LA CIENCIA. LA ICONOGRAFÍA POLÍTICA DE LA COMISIÓN NACIONAL DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA (CONICYT), 1967-2018

IMAGE AND INSTITUTIONALITY OF SCIENCE. THE POLITICAL ICONOGRAPHY OF THE NATIONAL COMMISSION FOR SCIENTIFIC AND TECHNOLOGICAL RESEARCH (CONICYT), 1967-2018.

Nicolás Trujillo Osorio
Universidad Alberto Hurtado, Chile
n.trujillo.osorio@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-8521-2923

María Soledad Zárate
Universidad Alberto Hurtado, Chile
mzarate@uahurtado.cl
https://orcid.org/0000-0002-9537-822X

Daniel Sierra
Universidad de Santiago de Chile, Chile
danielernestosierra@gmail.com 
https://orcid.org/0000-0003-0739-9889

Margarita Goldflam
Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile
margaritagoldflam@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-4935-9239

Recibido el 29 de julio del 2023     Aceptado el 17 de diciembre del 2023

Páginas 25-65

Financiamiento: Proyecto ANID PIA SOC180039 (2019-2022), cuyo responsable fue el Dr. Juan Manuel Garrido Wainer.

Conflictos de interés: Los autores declaran no presentar conflicto de interés.

Resumen

Durante 51 años, la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica   (Conicyt) diseñó políticas e instrumentos de financiamiento y fomento para la investigación científica en Chile (1967-2018). Esta labor fue el eje central para el desarrollo de la comprensión política de la producción de conocimiento científico en el país. El siguiente artículo presenta una interpretación histórica y panorámica de esta comprensión institucional y su respectiva valoración sociocultural de la producción de conocimiento científico en Chile. Para ello, se propone un análisis iconológico de las seis principales imágenes corporativas de Conicyt, empleadas para simbolizar la identidad y misión organizacional de la institución. Nuestra interpretación se enfoca en los motivos científicos que componen a estas imágenes y está fundamentada en el análisis histórico de documentos institucionales, publicaciones oficiales y debates sobre política científica en Latinoamérica. En particular, se sostiene que cada imagen articula una iconografía política sobre las principales expectativas y comprensiones de esta institución respecto a la producción de conocimiento en Chile. Además, se demuestra que dichas iconografías se correlacionan con los cambios políticos centrales entre los distintos gobiernos que se sucedieron en el país. Finalmente, se sostiene que estas iconografías políticas permiten distinguir dos tipos de comprensión institucional del conocimiento científico, que han permanecido en tensión durante la historia de esta institución pública.

Palabras clave: imagen, iconografía política, Conicyt, historia, ciencia y tecnología

Abstract:

For 51 years, the National Commission for Scientific and Technological Research (Conicyt) designed policies and instruments to finance and promote scientific research in Chile (1967-2018). This work was the central axis for the development of the political understanding of the production of scientific knowledge in the country. This article presents a historical and panoramic interpretation of this institutional understanding and its respective sociocultural valuation of scientific knowledge production in Chile. For this purpose, we propose an iconological analysis of the six main corporate images of Conicyt, used to symbolize the identity and organizational mission of the institution. We focus the attention on the scientific motifs that compose these images and base our interpretation on the historical analysis of institutional documents, official publications, interviews, and debates on science policy in Latin America. In particular, we argue that each image articulates a political iconography that contains the main expectations and understandings of this institution regarding knowledge production in Chile. Furthermore, we show that these iconographies correlate with the central political changes between the different governments that succeeded each other in the country. Finally, we argue that these political iconographies allow us to distinguish two types of institutional understanding of scientific knowledge, which have remained in tension throughout the history of this public institution.

Keywords: image, political iconography, Conicyt, history, science and technology.

  1. Introducción. Derivas políticas de Conicyt

La Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) fue la principal institución pública para el financiamiento y evaluación de la investigación académica en ciencia y tecnología entre 1967 y 2018, cuando el reciente Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (MCTCI) transformó a Conicyt en la Agencia nacional de investigación y desarrollo (ANID). Además de su labor administrativa, Conicyt también fue una institución pública central para la construcción de una política científica nacional. En este sentido, una de sus principales características fue la sucesión de distintas comprensiones políticas sobre la producción de conocimiento científico y tecnológico en Chile, ya que su labor institucional siempre se nutrió de las recomendaciones de organismos internacionales, los debates académicos y las expectativas políticas de cada gobierno respecto a la función de la ciencia y tecnología en Chile (Zárate, Sierra y Goldflam 2022).

Gracias al impulso de un grupo de científicos, la puesta en marcha de esta Comisión en 1967 formalizó la responsabilidad del Estado en el desarrollo e incentivo de la ciencia y la tecnología en Chile (Ministerio de Educación pública 1967), que entonces estaba en manos de las universidades y, principalmente, de la Universidad de Chile. Alineado con el marco de los consejos de investigación en Latinoamérica creados durante la década de 1960, el decreto fundador de Conicyt reconocía a las ciencias y tecnologías (CyT) como herramientas que colaboraban con el progreso y la solución de problemas específicos en materia de producción e innovación tecnológica (Ministerio de Educación Pública 1967, Velho 2011). Así, su objetivo principal fue diseñar una política científica de carácter nacional, que permitiera vincular los resultados de la investigación científica con el desarrollo productivo, económico y educacional del país. Su misión, no obstante, se vio dificultada por diversos factores socioculturales. Por un lado, aunque el grupo fundador estuvo compuesto por académicos provenientes de las ciencias naturales, matemáticas y humanidades, el liderazgo lo tenían médicos y biólogos como Héctor Croxatto, Joaquín Luco, y el físico Igor Saavedra. Por otro lado, ante la inexistencia de una institucionalidad científico-estatal previa, los primeros años de Conicyt revelan un periodo exigente, pues junto a la implementación de las primeras políticas científicas, fue necesario diseñar la organización y administración interna de la Comisión. Junto con ello, tan solo en su primera década de vida, Conicyt tuvo que constituirse institucionalmente en el marco de tres proyectos políticos muy diferentes, que a su vez representaron contextos socioculturales muy distintos entre sí; el gobierno democratacristiano, la Unidad Popular y los inicios de la Dictadura Militar (Zárate, Sierra y Goldflam 2022).

Las primeras publicaciones y seminarios organizados por Conicyt testimonian también desafíos institucionales, que la acompañaron a lo largo de su historia[1]. Entre estos desafíos destacan los debates sobre la importancia de impulsar investigación básica y/o aplicada, el tipo de distribución del financiamiento público para la investigación y cómo involucrar a la empresa privada en un país subdesarrollado como Chile, marcado por carencias estructurales en materia de educación y una dependencia también estructural en materia económica y tecnológica. Como lo diagnosticaron tempranamente algunos observadores externos, como Alain Steanmans enviado por UNESCO, estos desafíos configuraron tempranamente una tensión organizacional al interior de la institución entre dos tendencias para elaborar una política científica nacional: una orientación desarrollista, que privilegiaba la investigación en CyT al servicio de los problemas del país, y una orientación fomentista, que privilegiaba el diseño de instrumentos de política pública para distribuir recursos a las incipientes comunidades científicas, albergadas principalmente en las universidades (Steanmans 1969).

No es un hecho menor, entonces, que Conicyt haya contado con diversas imágenes corporativas desde su fundación – principalmente logotipos y diseños gráficos –, que fueron estampadas en documentación oficial y actividades publicitarias para simbolizar su identidad y misión institucional. A partir de un análisis iconológico de las seis principales imágenes corporativas de Conicyt (FIGURAS 1 a la 6), el presente artículo desarrolla una interpretación histórica y panorámica de su comprensión institucional y su respectiva valoración sociocultural de la producción de conocimiento científico en Chile. En primer lugar, el artículo define la noción de imagen corporativa. Al respecto, se sostiene que cada imagen articula una “iconografía política” a partir del uso, traspaso y traducción de determinados signos científicos en símbolos políticos (Sección 2). En segundo lugar, se analizan las figuras científicas que componen a estas imágenes, en vistas de referencias visuales, documentos institucionales, publicaciones oficiales y debates sobre política científica en Latinoamérica. El objetivo principal es reconstruir la simbología de cada imagen en los términos de una iconografía política, que permita identificar las expectativas y la comprensión política e institucional de Conicyt respecto a la CyT en Chile. Se demuestra, además, que dichas iconografías se correlacionan con los cambios políticos centrales entre los distintos gobiernos que se sucedieron en el país (Sección 3). Finalmente, se sostiene que estas iconografías políticas permiten distinguir dos tipos de comprensión institucional del conocimiento científico, que han permanecido en tensión durante la historia de esta institución pública (Sección 4). Así, se espera que nuestra interpretación estética e histórica contribuya a esclarecer la relación entre ciencia y política en Chile como un aspecto relevante para la comprensión histórico-cultural de Conicyt.

Cabe advertir que, por razones materiales y de accesibilidad, no fue posible consultar documentos oficiales sobre el origen, orden de compra, autores/as o requerimientos institucionales para cada diseño, con excepción de las Figuras 2 y 6. Además, en virtud de las restricciones sanitarias durante la pandemia de COVID19, no pudimos constatar si tales documentos fueron alguna vez depositados en el archivo oficial de Conicyt. Tampoco fue posible obtener esta información a partir de los testimonios de nuestros informantes claves. No obstante, consideramos que esta situación no limita el objetivo principal de la presente interpretación, ya que no busca ser representativa de las intenciones originales que motivaron el diseño, el encargo o la compra de las imágenes. Además, como hemos señalado, nuestro análisis iconológico  se apoya principalmente en documentos institucionales y publicaciones oficiales de Conicyt, testimonios de funcionarios y académicos vinculados a la institución, e investigaciones sobre políticas científicas en Latinoamérica y Chile, con especial consideración en las etapas consignadas por Sagasti (2011) y los modelos de política científica relacionados a las definiciones de ciencia elaboradas entre mediados del siglo XX y la actualidad por Velho (2011). Aunque estas etapas no se ciñen exclusivamente a la realidad local de Conicyt, sí dan cuenta de un itinerario científico-institucional latinoamericano, que es útil para la comprensión de la iconografía analizada[2]. Así, se espera que nuestra interpretación sea de utilidad para investigaciones posteriores sobre la relación entre la institucionalidad pública y los sistemas de conocimientos en Chile.

  1. Imágenes corporativas e iconografía política de Conicyt

A primera vista, la imagen corporativa parece la menos llamativa entre las imágenes. A diferencia de las imágenes artísticas, las corporativas  no sugieren  referencias para animar reflexiones estéticas, ni tampoco pretenden instalar diálogos ejemplares con la tradición visual. A diferencia de las imágenes publicitarias, por otra parte, tampoco emplean diseños atractivos, fundamentados la mayoría de las veces en la psicología de la percepción, para suscitar y configurar el deseo de los observadores. Más bien, la imagen corporativa es una inscripción orientada a encarnar y definir la identidad de la organización que representa. En el mejor de los casos, la imagen corporativa puede comportarse, mediante técnicas gráficas simples y sutiles, como un dispositivo visual que ilumina y contextualiza dicha identidad a la luz de un horizonte de expectativas, visiones o lineamientos específicos. En este sentido, la imagen corporativa se asemeja más a las marcas o los sellos, porque consiste en una impronta visual que cifra o transmite lo distintivo de una institución.

Por esta misma razón, no obstante, la imagen corporativa es portadora de una operación simbólica sutil, pero relevante. En el juego sintético de sus motivos iconográficos, la imagen corporativa aspira a comunicar el modo en que como la institución se percibe a sí misma y, en particular, el modo en que entiende su propio objeto en el contexto donde se instala. En el caso de las imágenes corporativas de Conicyt, la composición visual de su conciencia institucional es justamente lo que más destaca. A pesar de que sus imágenes se componen de motivos iconográficos que provienen de la ciencia, es claro que su sentido no se limita a ese ámbito disciplinar. Más bien, las imágenes siempre emplean los motivos científicos en función de la comprensión política y cultural de la institución. Junto con ello, destaca también el hecho no menor de que sus imágenes corporativas acompañan las derivas políticas de la institución como una constante dinámica y cambiante.

Como señala Peter Burke a propósito del uso de imágenes en la historiografía, estas siempre han prestado un servicio testimonial a la historia política y cultural, a pesar de ser tradicionalmente invisibilizadas como evidencia histórica (Burke 2005). Toda imagen – ya sea propagandística, artística, publicitaria o corporativa – es una huella impresa que permite observar el pasado desde el presente. En este sentido, a diferencia de las fuentes de datos o información escrita, las imágenes permiten imaginar y reconstruir los actos testimoniales y los puntos de vista que las compusieron, más allá por cierto de su calidad estética (Gombrich 1994, 253). Sin embargo, la dificultad del trabajo histórico con las imágenes radica en traducir en palabras el conjunto de significaciones que ellas son capaces de configurar en el tiempo. Por ejemplo, determinar el contexto, la función o incluso la gramática visual que articula a una imagen puede ser tanto o más complejo, según el tipo de imagen del que se trate. En el caso de las imágenes corporativas, se podría afirmar que la dificultad no radica tanto en conocer su fin, como en abrir el conjunto de significaciones cifrado en la precisión de sus motivos.

 El presente artículo parte de la suposición de que los enfoques iconológicos recientes son útiles para describir e interpretar el sentido político y cultural de las imágenes. Como es sabido, la iconología tradicional y contemporánea comprende la imagen como una construcción simbólica que permite acceder a los imaginarios culturales y a los órdenes discursivos de las instituciones que la conforman (Burke 2005, Mitchell 1986, Panofsky 1998, Sachs-Hombach 2005). En los términos de Hagelstein (2015), la imagen funciona como una plataforma de almacenamiento, manipulación y comunicación de información, que se articula visualmente en torno a órdenes discursivos –tácitos o explícitos– que posibilitan y legitiman modos específicos de pensamiento y acción. Para describir e interpretar esta dimensión simbólica de las imágenes, la iconología propone analizar sus elementos a partir del contexto de referencias, idiosincracias y técnicas perceptuales en el que se insertan. En este contexto, la iconografía política analiza cómo las técnicas perceptuales, los referentes discursivos y las estrategias comunicacionales de una imagen pueden revelar, articular o incluso criticar relaciones valóricas en materia política (Drechsel 2005, Mitchell 1986, Sachs-Hombach 2005). Inspirada en un texto pionero de Aby Warburg (Warburg 1932), la iconografía política resurgió como un área de estudios en la década de 1970, gracias a los trabajos de Martin Warnke, Uwe Fleckner, Horst Bredekamp, entre otros (Krass 2011, Müller 1999, 2004, Warnke 1992). Su interés particular consiste en analizar los procesos y mecanismos de traducción del pensamiento conceptual al pensamiento visual o, en otras palabras, el efecto semántico de las técnicas y recursos figurativos que traducen lo discursivo a lo visual (Müller 2004). Estudios recientes han analizado este tránsito en vistas de dos usos políticos generales de imágenes o recursos visuales. Por un lado, cómo el diseño visual de ideas políticas permite identificar los efectos políticos de la praxis simbólica –por ejemplo, en la propaganda, elecciones políticas y medios de comunicación–. Por otro lado, cómo el uso de imágenes en contextos político-culturales permite identificar los efectos simbólicos de la praxis política (Diers 1997) –por ejemplo, en imágenes institucionales, marcas, slogans, obras por encargo, entre otros–.

Este segundo aspecto sustenta la interpretación iconológica de nuestro artículo, ya que permite analizar cómo el uso de motivos visuales asociados a lo científico por parte de Conicyt articula un plano simbólico, desde una iconografía política que instala, describe y reinterpreta sus propias tradiciones, tendencias, expectativas y aspiraciones institucionales. Esta iconografía –desatendida a la fecha tanto por la literatura histórica sobre la institución como por la literatura especializada en estética y política– revela los órdenes discursivos que han nutrido la deriva histórica de comprensiones políticas sobre el conocimiento científico, que Conicyt articuló durante 51 años (Sección 3). Finalmente, aunque la interpretación iconológica ofrece un acceso parcial a la historia de la institucionalidad, pues se concentra en su ámbito simbólico-visual (Burke 2005, Panofsky 1998), el estudio de sus imágenes corporativas proporciona un “acceso cualitativo” valioso en dos sentidos. Por una parte, nos permite analizar las estrategias de comunicación, socialización y construcción de sentido político del valor y función de la producción de conocimiento en Chile. Por otra parte, nos permite ofrecer un complemento interpretativo y panorámico para el estudio de la institucionalidad del conocimiento en Chile, sustentado en evidencias históricas, visuales y políticas.

  1. Las iconografías políticas de Conicyt

La siguiente interpretación iconológica reconstruye la comprensión político-cultural de Conicyt sobre el conocimiento científico, a partir del análisis y descripción de diversos elementos iconográficos presentes en seis imágenes corporativas, que han plasmado sus misiones y aspiraciones institucionales. Al respecto, sostenemos que estas imágenes articulan diversas iconografías políticas, mediante la transcripción de signos, representaciones y figuras científicas a un marco institucional de comprensión política. A partir de análisis visuales, conceptuales y documentales, nuestra interpretación contextualiza e interpreta cada imagen, concluyendo que existen dos tendencias interpretativas generales para la institución, que se suceden y sobreviven con distintos énfasis en cada período.

        3.1. 1967-1973: un logotipo y un afiche

FIGURA 1. Imagen corporativa de Conicyt, 1967. Fuente: Extraída de documentos oficiales de Conicyt.

La primera imagen de Conicyt es un logotipo que aparece en documentos oficiales de la institución, desde 1967 a 1970 aproximadamente (FIGURA 1). Es una representación abstracta y tipográfica, compuesta de tres elementos: la letra “c”, un punto y una flecha. El diseño económico, uniforme y abstracto presenta la “c” como marco del punto que da origen a la flecha, que traza una diagonal ascendente.

Es bien sabido que el punto y la flecha son signos estructurales para el diseño y construcción de representaciones científicas. En el siglo XVII, el uso del punto y la flecha hizo época gracias al plano cartesiano. Mientras el punto es la representación mínima del espacio, la flecha lo es del tiempo. De su relación surge la posibilidad de representar el mundo en términos geométricos.  Como instrumento básico de la racionalidad humana, el plano cartesiano permitió medir, conquistar y manipular el espacio natural mediante su geometrización racional (Kemp 1992). El traspaso de este símbolo al ámbito político mantiene este último sentido. El punto al centro y la flecha naciendo de la “c”, en clara dirección ascendente, evocan una relación explícita entre matematización y progreso. Con ello, la imagen representa tres aspectos relevantes sobre la institución y su época.

Por un lado, el primer logotipo de Conicyt parece adscribir a una definición clásica y uniforme de los conocimientos científicos. Esta definición privilegia una comprensión  cuantitativa y lógica frente a la naturaleza, cuya elección bien puede provenir de las visiones del grupo fundador de la Comisión que, como señalamos, estaba compuesto principalmente por investigadores provenientes de las ciencias naturales, físicas y matemáticas. Por otro lado, esto coincide con el hecho de que, durante la década de 1960, primó en Latinoamérica una perspectiva lineal de “empuje de la ciencia”, cuyo fin era consolidar los espacios universitarios para la ciencia en la década del 50’ y desarrollar nuevas disciplinas científicas en estas instituciones, sin pretender explícitamente que los resultados de este proceso de aculturación fueran incorporados al sector productivo (Sagasti 2011, 134). En el horizonte científico que abre la década de los 60’, el desarrollo tecnológico era más una expectativa que un plan. Esta situación política explica el hecho de que este primer logotipo privilegió una imagen de la ciencia sin vinculaciones a propósitos externos a la propia actividad de investigar y producir conocimiento. Finalmente, estos datos permiten observar que este logotipo simboliza más una “fe” en el progreso, que una planificación política concreta y resuelta. En efecto, la realización efectiva de aquella fe en la sociedad civil quedaría a la suerte de las coyunturas y vicisitudes de un país que aún experimentaba carencias en materia educacional y científica[3]. Aunque esta visión no ha sido estudiada en detalle en la historia de las políticas científicas, no por eso es menos importante.

 

FIGURA 2. Imagen corporativa de Conicyt, 1973. Fuente: Extraída de documentos oficiales de Conicyt.

La segunda imagen es una ilustración artística que se empleó como logotipo en documentos oficiales entre 1971 y 1972 (FIGURA 2). Es una representación figurativa, de acentuado estilo greco-latino. Se compone de un retrato de rostro de perfil, de color blanco sobre fondo negro. El rostro mira fuera del marco y su cráneo es destacado con un plano de franjas de colores, con diversos motivos iconográficos de aparatos tecnológicos, que aluden principalmente a recursos industriales del sector de telecomunicaciones, energético, pesquero y agropecuario. En la parte posterior del cuello aparece la firma “Larrea”. El diseño, en efecto, estuvo a cargo de Luis Albornoz, Antonio Larrea y Vicente Larrea, artistas comprometidos con la difusión de una serie de campañas estatales de la Unidad Popular (en adelante UP) que fueron emblemáticas de este gobierno, como la entrega del medio litro de leche, la nacionalización del cobre, entre otras (García y Undurraga 2010, 10-13)[4].

Esta imagen fue diseñada para el afiche del Primer Congreso de Científicos, realizado en 1972. Como indican las fuentes referidas al desarrollo de  este congreso[5], se trató de un evento relevante, pues condensó discusiones y propuestas políticas que más tarde resurgieron como puntos centrales de la relación entre Estado y ciencia en Chile. Por un lado, la comunidad científica internacional y nacional destacó algunos desafíos en materia de producción y uso de conocimientos, como la desvinculación entre el sector productivo y la academia y, sobre todo, la falta de una administración eficiente de los recursos públicos para la inversión en ciencia y tecnología (CyT). A ello se sumó también la sospecha de algunos académicos respecto al rol de Conicyt.[6] Por otro lado, y más allá de las críticas al incipiente sistema estatal de CyT, en el Congreso se acordó una acción significativa: la creación del Fondo Nacional de Investigación Científica (FONIC, también llamado FNI).[7] Su objetivo era incrementar el presupuesto destinado a la Comisión, a las universidades y a los institutos estatales[8], con el fin de facilitar la disponibilidad de recursos y así propiciar el desarrollo de las instituciones que ejecutaban programas de investigación.

Si consideramos este contexto de discusiones y propuestas, resulta evidente que los planes de gobierno de la UP en materia de CyT coincidían con algunos de los diagnósticos y presupuestos políticos de la llamada Escuela de Pensamiento Latinoamericano en ciencia, tecnología y desarrollo (PLACTED).[9] Esto implicó, por un lado, que la Comisión acogiera con más convicción la necesidad de revertir la dependencia tecnológica, mediante la generación de conocimiento aplicado (Vessuri 2007). Por otro lado, la misma Comisión transitó de una comprensión aparentemente neutra de la ciencia a una comprensión enraizada en el compromiso estatal y político con la producción de conocimiento y tecnología, con el fin de alinear los recursos destinados a la CyT  con los grandes problemas productivos del país a inicios de la década de 1970. En este sentido, la Comisión coincidió con los lineamientos políticos que inspiraban a los programas de ciencia en Latinoamérica.

Pero este giro latinoamericanista no solo propuso fortalecer la relación entre ciencia, empresa y sociedad. Asimismo, la idea del desarrollo de la ciencia y tecnología como motor de cambio social también fue asumida como un pilar del plan de modernización estatal del programa de gobierno de la UP (Unidad Popular 1969, 41), que entre otras cosas buscaba revertir el subdesarrollo, la dependencia al capital externo y la importación de tecnología, mediante el uso de conocimientos locales para solucionar problemas sociales como la pobreza, el transporte y la frágil gestión económica del Estado. Un caso ejemplar al respecto fue el singular proyecto Cybersyn, un sistema cibernético de supervisión y gestión de la economía y producción del país (Medina 2013). Con todo, estos cambios en la discursividad política de Conicyt no implicaron desconectarse de la realidad internacional. La asociación de Conicyt con la Oficina de planificación (ODEPLAN), por ejemplo, buscó incorporar la cooperación internacional al organigrama de la Comisión, para fortalecer el desarrollo científico y tecnológico local.[10] 

El cambio de discursividad política durante el gobierno de la UP implicó, no obstante, una serie de dificultades locales que afectaron la redefinición institucional de Conicyt. Según Sagasti (2011, 134-135), aunque esta fue una etapa reactiva a la política de sustitución de importaciones y a la última etapa de la industrialización, ella tuvo efectos limitados, debido al alto costo de la adquisición de maquinarias e insumos y el bajo dinamismo de las exportaciones de manufacturas locales. Para Velho (2011), esta nueva definición de la ciencia como conocimiento al servicio de la solución de problemas, implicó impulsar nuevos desafíos, como la vinculación entre científicos y demandas sociales y el diseño de nuevos incentivos y mecanismos de transferencia tecnológica. En el contexto local, esto significó que el período de la UP invitó a complejizar la labor institucional de Conicyt, pues ahora debía impulsar, mediante planes concretos de acción, el tránsito desde un modelo basado en la “fe” en el progreso del Norte Global a un modelo basado en el trabajo propio del Sur Global, sobre todo a partir del gradual interés por fortalecer los incipientes procesos de transferencia tecnológica de finales de la década de 1960.

Es justamente este complejo de significaciones lo que queda plasmado, cual impronta, con la decisión de emplear la imagen del Congreso como logotipo de Conicyt. A diferencia de las anteriores  imágenes corporativas de la Comisión, esta empleó un estilo y técnica figurativa similares a la utilizadas en las campañas políticas del proyecto de la UP (García Huidobro y Undurraga 2010). No es casual, entonces, que la composición de la imagen se articule a partir de una figura humana central, sobrecargada de detalles, colores vivos y contrastes de luz, que realzan el dinamismo de las figuras. Sin embargo, a diferencia del imaginario político y visual de la UP, aquí no se pone al centro el rostro obrero o indígena. Como señalamos, se trata más bien de un rostro que evoca a la cultura greco-latina y, en particular, a la figura de Apolo. Como símbolo mitológico, Apolo representa dos elementos centrales para la tradición moderna: el ideal de la belleza y de la racionalidad humana. En este sentido, la referencia a Apolo pone de relieve las nociones de proporción, mesura, equilibrio y perfección, más cercanas a las bellas artes que a la racionalidad técnica. Con ello, Conicyt no propone desentenderse del discurso político y popular de la época. Más bien, si consideramos el contexto en el que se enmarca esta referencia al mundo clásico, ella no parece ser símbolo de elitismo, sino de una comunidad políticamente orientada por principios éticos y sociales condensados en el ideal de humanidad. Al respecto, otro ejemplo donde se puede constatar esta orientación fue el proyecto cultural de la revista Quimantú, que a través de publicaciones periódicas y de bajo costo puso en circulación saberes científicos y humanistas a lo largo del país (Molina, Facuse y Yañez 2018). Como proyecto humanista, entonces, Conicyt no es insensible a las necesidades de los sectores populares. Así lo enfatiza el vivo cromatismo que cubre la zona del “cerebro” del rostro. Por un lado, este cromatismo no hace aparecer al cerebro como órgano biológico, sino como facultad imaginativa de la mente, que traza una relación explícita entre producción de conocimiento, humanismo y desarrollo tecnológico. Con ello, por otro lado, la imagen actualiza la idea clásica del buen vivir mediante la referencia al trabajo tecnológico e industrial, representado aquí por innovaciones asociadas a las áreas estratégicas de la producción chilena. A su vez, su diseño colorido y abigarrado evidencia también una concepción futurista de la tecnología, cercana a la noción artística de futuro de las vanguardias de principios del siglo XX. Vemos, así, una mente humana que proyecta un mundo de transformación social, sustentado en una especie de humanismo tecnológico. El juego cromático, además, no nos presenta este mundo como un escenario lúgubre o distópico, sino como un paisaje lúdico, visualmente similar a la estética de parques de entretención, donde las emociones y la diversión son propiciadas justamente por los avances de la ingeniería mecánica y de transportes.

Se puede apreciar que el diseño híbrido de la imagen, sustentado en el diálogo entre lo clásico y lo moderno, se desmarca de la retórica abstracta del punto y la flecha, para favorecer una estrategia comunicacional más literal, orientada a un público más amplio que el académico o disciplinar. La ciencia no aparece entonces como un lenguaje abstracto, sino como un motor de cambio social. Además, con la asociación explícita entre humanismo, imaginación e industria, esta imagen propone una noción de CyT más cercana al razonamiento aplicado y situado, en sintonía con el proyecto latinoamericano común del desarrollo tecnológico.

        3.2. 1973-1994: el logotipo del hexágono

FIGURA 3. Imagen corporativa de Conicyt, 1980. Fuente: Extraída de documentos oficiales de Conicyt.

FIGURA 3.1. Imagen corporativa de Conicyt, 1980. Fuente: Extraída de documentos oficiales de Conicyt.

La tercera imagen es un logotipo empleado en documentos oficiales entre 1973 y 1994 (FIGURA 3), con algunas variantes (FIGURA 3.1). Es una representación abstracta y tipográfica, compuesta de tres elementos. Por un lado, la letra “C” se refiere al nombre de la institución, cuyo acrónimo aparece en la parte inferior de la imagen. En esta  letra figura un marco que contiene el tercer elemento: la figura geométrica hexagonal. Los ángulos de la figura están acentuados con puntos negros, unidos por gruesas líneas negras. En su conjunto, la figura hexagonal construye un cubo. La imagen carece de un diseño estético claro y refinado. Además, ella parece hablar a un público específico e informado, familiarizado con los asuntos de la representación científica y sus alusiones simbólicas.

En principio, esta imagen abarca un extenso contexto histórico. De 1973 a 1994 hay 21 años de la historia chilena, que inicia con el Golpe Militar y concluye con el fin del gobierno de transición a la democracia de Patricio Aylwin. Se trata entonces de una imagen que tiene un prolongado uso en el tiempo y que, por lo mismo, no puede dar cuenta de todos los cambios institucionales experimentados por la Comisión en esta etapa. No obstante, veremos que su iconografía se torna cada vez más coherente a partir de algunos lineamientos políticos e institucionales de la época de Dictadura. Por ello, su persistencia hasta principios de los 90’ no es en absoluto casual.

Como señalamos, una cualidad central de Conicyt durante los 70’ fue su comprensión política de la ciencia y, sobre todo, de la tecnología como instrumentos al servicio del progreso nacional, que el Estado debía administrar y financiar en su rol de agente promotor y orientador. La época de la Dictadura militar acoge a esta institución bajo un nuevo modelo económico neoliberal, que terminará por redefinir la relación entre el Estado, la ciencia y la sociedad. Como es sabido, en este modelo la injerencia del Estado en la vida social disminuyó drásticamente, para dar paso al despliegue y protagonismo del sector privado en distintas áreas del quehacer político, económico y social. No obstante, en el marco del principio de subsidiariedad que permeó a todas las instituciones estatales, se le reservó al Estado un liderazgo particular en áreas específicas, entre ellas la cultura, pero también la ciencia y la tecnología. En parte, esto se debió a que el sector productivo privado no valoró ni privilegió los procesos de innovación en base a CyT, ya sea porque no contaba con las herramientas para ello o porque sus intereses respondían a otras necesidades del mercado financiero (CONICYT 1974, 37; 1981, 18; 1983, 18-19).

Desde el punto de vista organizacional, la Dictadura Militar conservó el rol administrativo y subsidiario de Conicyt, pero prescribió cambios en su gobierno interno. Tras poner en receso inmediato a la Comisión y reemplazar a su presidente, Galo Gómez Oyarzún, por el general en retiro Manuel Pinochet Sepúlveda, se dictaminó concentrar todas las funciones y atribuciones de la Comisión en el presidente del Consejo (Ministerio de Educación Pública 1973). En general, la nueva administración se abocó a criticar la gestión del gobierno de la UP y elaborar nuevos diagnósticos sobre la producción nacional en CyT, que sustentaron los dos planes nacionales de desarrollo científico y tecnológico de este período (de 1976 y 1980). Es sabido que la Dictadura Militar permitió convocar a académicos para informar y revisar estos planes científicos. Sin embargo, a pesar de que sus opiniones fueron consideradas como voces autorizadas para evaluar las medidas a implementar, es importante destacar que la participación de académicos en el marco de un régimen político autoritario es una investigación que aún está pendiente[11].

A partir de esta reestructuración, durante este período Conicyt mantuvo su misión en materia de política científica y administración de fondos, pero con un marco de acción restringido. Los planes de desarrollo científico son ejemplares al respecto. El Plan Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de 1976-1980 (CONICYT 1974), por ejemplo, conservó en términos formales la necesidad de alinear la CyT a objetivos nacionales de desarrollo y reforzar la competitividad en distintos sectores de la economía del país, mediante el uso de conocimientos tecno-científicos. En la práctica, no obstante, este plan consolidó el principio de subsidiariedad en el ámbito científico y tecnológico y, con ello, disminuyó considerablemente el rol del Estado en materia de presupuestos y decisiones políticas.[12] Además, este plan no propuso acciones concretas para revertir el desinterés del sector productivo privado por fomentar cadenas productivas basadas en CyT (CONICYT 1974). Hacia fines de la Dictadura Militar, el segundo Plan Nacional de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (Ministerio de educación 1988, Pinochet 1988) contuvo propuestas para estimular la participación de los productores privados en el desarrollo de la investigación CyT, como el Programa de fondos de desarrollo sectorial (antecedente de FONDEF) y reformas tributarias para facilitar la participación empresarial. Junto con ello, se reconoció también que las políticas científicas tenían  escasa relación con la realidad local en materia de CyT (Pinochet 1988, 12-13). En este sentido, este plan sugirió algunas medidas para reimpulsar el diseño de una política científica nacional, más allá de la función subsidiaria y administrativa de Conicyt. Pese a ello, la Comisión no tenía más atribuciones que administrar los instrumentos de financiamiento para becas de estudio y fondos concursables. No es de extrañar, entonces, que el hito institucional más significativo en este período no fue la formulación de una política nacional de CyT, sino la creación del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt) en 1981.[13]

Inspirado en el modelo del FONIC, la creación de Fondecyt implicó dos cambios institucionales. Por un lado, se creó el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico. Integrado por tres ministros, su función era establecer anualmente los montos para investigación en CyT, que serían repartidos mediante concurso. Por otro lado, se crearon dos consejos evaluativos: el Consejo Superior de Ciencias y el Consejo Superior de Desarrollo Tecnológico. Integrados por científicos, su función era seleccionar proyectos postulados a concurso anual. Con estos cambios, el rol de Conicyt se enfocó en realizar labores administrativas propias del concurso, como las convocatorias, ingreso de información, tabulación de datos, etc.

En términos sociales, el principal aporte de Fondecyt fue emplear el principio de subsidiariedad a favor del fortalecimiento de las comunidades científicas locales de investigación. En vistas del contexto científico local, es necesario reconocer que se trató de un instrumento público necesario, por cuanto la investigación en Chile no era un pilar central de las universidades de la época (Brunner 1990). La aparición de este nuevo instrumento contribuyó a fortalecer y estabilizar las comunidades científicas locales, pero también permitió hacer frente a problemas socioculturales ya instalados en el contexto local, como la “fuga de cerebros” y la falta de especialistas en disciplinas que cobraban relevancia a nivel internacional, como es el caso de las ciencias de la vida. Asimismo, empero, la consolidación de la comunidad científica local durante los 80’ también trajo consigo la actualización de preocupaciones que ya existían en los primeros años de CONICYT, que con el tiempo se transformaron en controversias laborales internas del ámbito académico. Por ejemplo, en la publicación oficial de Conicyt, Panorama Científico, ya figuraban discusiones sobre la falta de recursos para investigación, la delimitación forzada entre ciencia básica y aplicada, la falta de capital humano avanzado en diversas áreas del saber y la escasez de instancias y plataformas de comunicación entre científicos (CONICYT 1984a, 9; 1984b, 49-59; 1984c, 157; 1984d, 224-5; 1989, 1).

En vistas de los cambios organizacionales de Conicyt y el alzamiento de un nuevo escenario para las comunidades académicas, no es casual que la nueva imagen corporativa de la institución retomara el carácter y mensaje académico y disciplinar del logotipo original de 1967, mediante la simplificación de su diseño y el uso de un nuevo motivo científico. Manteniendo la “c” como marco y foco central, el punto y la flecha son reemplazadas por la figura hexagonal. Esta figura puede coincidir, al menos, con dos representaciones químicas. Como representación bidimensional, la figura evoca la estructura básica de compuestos bioquímicos o hexanos. En cambio, como representación tridimensional, el hexágono evoca la representación química del cloruro de sodio (NaCI).

Más allá de la intención específica de su autor o autora, la elección de un símbolo proveniente de las ciencias biológicas es coherente con la historia de la ciencia en Chile y la labor institucional de la Comisión. Por un lado, esta representación era familiar a la comunidad científica local, pues la química orgánica e inorgánica eran materias centrales de las mallas curriculares universitarias desde la década del 50’. Por otro lado, las ciencias biológicas no sólo tuvieron un desarrollo institucional temprano, sino que también actualizado, como lo demuestra por ejemplo el desarrollo de  la bioquímica en Chile (Academia de ciencias del Instituto Chileno 1981, Luco 1982, Olivares 2022, Torrealba 2014, Valdés 2016). Junto con ello, cabe destacar también que la creación de los primeros programas de doctorado fueron precisamente en el área de las ciencias biológicas y químicas durante la década de los 60’ (Devés y Marshall 2008). Por esta razón, no es de extrañar que, desde la creación de Conicyt, las ciencias químicas y biológicas representaron las áreas más activas y competitivas, pues ya en la década de los 80’ concentraban la mayor tasa de adjudicación de fondos de financiamiento público (CONICYT 1969, 16, Castro Cannobio 1972, 25; CONICYT-FONDECYT 1983, 6-7).

Tabla 1. Proyectos subsidiados concurso 1969. Subsidios a proyectos de investigación. Tabla publicada en (CONICYT 1969, p. 16).

Tabla 2. Proyectos de investigación según disciplina y tema hacia el cual se orientan. Tabla publicada en (Castro Cannobio 1972, p. 25).

Tabla 3. Proyectos presentados y aprobados por disciplina. Tabla publicada en (CONICYT-FONDECYT 1983, p. 6)

Tabla 4. Recursos reales concedidos por disciplina. Tabla publicada en (CONICYT-FONDECYT 1983, p. 7)

 

Otra razón que pudo haber motivado la elección de esta figura científica es su alto grado de abstracción. En el contexto de Dictadura, es posible que este icono se ajustara a  la necesidad de despojar a la Comisión de trazos o elementos que pudieran ser asociados a debates socio-políticos en materia de educación, derechos sociales y humanos (Cori 1976). En este sentido, una simbología más técnica permitía poner de relieve una noción más clásica y despolitizada de la ciencia y de los científicos.

Con todo, la selección de este motivo abstracto no deja de ser particularmente significativa, pues el cloruro de sodio tiene un valor simbólico particular. Por un lado, en el contexto de la cultura científica, el sodio simboliza la organización más básica, pero también la más regular, de átomos, moléculas e iones en una estructura sólida. Por esta razón, el cristal del cloruro de sodio es considerado como una figura ideal, porque sirve para representar una estructura regular y en sí misma perfecta. Por otra parte, el cloruro de sodio también representa un elemento central para la civilización humana. Se trata, en este sentido, de “la sal de la vida”, pues así como este compuesto es esencial para la regulación osmótica de las células, su uso también dio origen a una de las técnicas más antiguas y esenciales de preservación de alimentos orgánicos, y sigue siendo el suplemento alimenticio principal para activar la sinfonía de sabores de la dieta humana.

Si consideramos este complejo de significaciones, es posible afirmar que la figura hexagonal articula una operación metafórica, que pone de relieve dos aspectos que fueron centrales para la Comisión durante este período de 21 años. Por una parte, mediante una metonimia visual, el logotipo enfatiza la comprensión  disciplinar y académica de la CyT que reactivó la Dictadura, en contraste al  carácter sociopolítico que se destacaba el período anterior. Pero, por otra parte, este mismo diseño puede interpretarse como una metáfora visual acerca del valor sociocultural y transversal del conocimiento científico. Ciertamente, este último sentido no es del todo evidente y, por tanto, no es posible afirmar que se trata de un mensaje destinado a todo público. Sin embargo, afirmar que el logotipo preserva este valor sociocultural es coherente con las acciones de la Dictadura Militar en esta materia .

En efecto, un aspecto poco destacado del Conicyt de Dictadura fue mantener la  inversión en prensa de divulgación al apoyar, por ejemplo, Panorama científico, publicada desde 1984, acercando la cultura científica a la sociedad civil, y cuyo antecedente inmediato era la publicación La Semana Científica y Tecnológica, editada entre 1972 y 1984 . Así, esta tercera imagen corporativa parece representar una definición académica del conocimiento científico, menos conectada con los clamores de la sociedad, pero no por ello menos consciente de la utilidad sociocultural de los conocimientos científicos. Como símbolo del quehacer de esta institución, este icono destaca el carácter disciplinar y profesional de la ciencia, así como su independencia de variables externas, como el medio social o el juicio político de la comunidad científica. En este sentido, esta iconografía opera como reflejo de la estrecha relación entre la Comisión y el mundo académico laboral y simboliza, en consecuencia, un tiempo de profesionalización, en el que las comunidades académicas y epistémicas en Chile se robustecieron gracias al principio de subsidiariedad.

3.3. 1995-2010: el logotipo de puntos

FIGURA 4. Imagen corporativa de Conicyt, 1995. Fuente: Extraída de documentos oficiales de Conicyt.

FIGURA 4.1.. Imagen corporativa de Conicyt, 1995. Fuente: Extraída de documentos oficiales de Conicyt.

La cuarta imagen es un logotipo empleado en documentos oficiales a partir de 1995 (FIGURA 4), que consiste en un conjunto de puntos negros de dimensiones variables, enmarcados por un cuadrado de fondo blanco. Los puntos componen un círculo, con su foco central en la esquina superior derecha. En la base, aparece el acrónimo de la institución. Como el hexágono de la imagen anterior, el círculo es un ambigrama; si vemos el centro al fondo, el círculo puede representar un túnel, pero si observamos el centro en la parte superior, el círculo se torna una esfera. Otras versiones de este logotipo dejan claro que este último es el motivo principal (FIGURA 4.1). A partir del 2000 y hasta 2010, este logotipo se mantiene, pero cambia la disposición de los puntos (FIGURA 5).

FIGURA 5. Imagen corporativa de Conicyt, 2010. Fuente: Extraída de documentos oficiales de Conicyt.

En su informe de abril 1994, el Dr. Enrique D’ Etigny, presidente de Conicyt desde el inicio de la transición hasta 1997, presentaba un diagnóstico categórico sobre las metas de la Comisión. El preponderante lugar que tuvo Fondecyt en el sistema CyT durante la Dictadura militar, sostenía D’Etigny, condujo hacia una política científica “simplista”, pues privilegiaba la conformación de un “sistema solo de fomento e incentivos”. En efecto, hasta 1989 Fondecyt concentraba el 85% del presupuesto total de Conicyt. Además, la institución debía administrar programas de becas de postgrado, subsidios para convenios internacionales, servicios de registro de información e indicadores del sistema científico y tecnológico nacional. Mientras Conicyt mantuvo sus funciones administrativas y financieras los primeros tres años de la Transición para resguardar su estabilidad organizacional, D’Etigny proyectaba una época de crecimiento y sistematización institucional a partir de 1994, con el segundo gobierno de la Concertación. Para ello, él destacaba la necesidad de revivir una misión largamente postergada de la Comisión: desarrollar una política científica alineada con las necesidades productivas, sociales y educacionales del país.

Esta misión proyectada como tarea futura, suponía el diseño de una “estructura suficientemente diversificada de oportunidades”, informada por instrumentos de medición que identificaran las necesidades locales en I+D. Esta estructura tenía que diversificar la oferta científica, hasta entonces de orientación universitaria; tenía que consignar espacio para la ciencia básica con “posibilidades de aplicación” y para la ciencia aplicada. D’Etigny también era categórico al fomentar el desarrollo de agencias privadas y públicas en la concreción de este objetivo, la generación de redes con organismos internacionales y la participación de la comunidad científica nacional, consolidada en los últimos decenios, para que Conicyt no fuera la única institución que velara por el desarrollo de la CyT en el país (D’Etigny 1990, 2; 1994, 9).

En el marco de esta tarea, la gestión de D’Etigny elaboró planes de acción e instrumentos que fueron clave para el desarrollo futuro de la institución. Por un lado, se reactivó el proyecto del Fondo de Fomento al Desarrollo (FONDEF) en 1991, con el fin de fortalecer la competitividad de los sectores productivos en áreas prioritarias y su vinculación con las universidades. Por otro lado, se consolidó a Fondecyt como eje central de la política CyT, incrementando en un 20% el presupuesto del fondo entre 1990 y 1993. Además, en este período se decidió fomentar la reinserción internacional de los científicos locales, diseñar nuevos instrumentos de formación de capital humano avanzado y construir indicadores de evaluación, que permitieran comparar la producción local con la producción internacional, tanto en número de artículos publicados como en calidad de resultados obtenidos (D’Etigny 1994, 3-5).

Si consideramos estas acciones en materia de política científica, es plausible sostener que el nuevo logotipo de Conicyt buscaba poner de relieve el interés refundacional que proyectaba la nueva gestión, pero que no desconocía la trayectoria, desarrollo y logros alcanzados por la institución. Esto parece estar contenido en la elección del nuevo diseño, en particular en el uso de la esfera compuesta de pequeñas esferas simétricas, con un centro demarcado en la parte superior del conjunto. Como es sabido, en geometría elemental del espacio la figura de la esfera define todo conjunto de puntos que mantiene una relación equidistante con un punto fijo central. Dado que sus propiedades son únicas, la esfera es considerada como un elemento fundamental para el estudio del espacio. Pero la esfera también es considerada como una forma simbólica de la civilización humana. Desde la antigüedad, la esfera se ha empleado como un símbolo para distinguir el mundo divino del mundo natural, pues la ininterrumpida continuidad entre sus polos ha servido como una metáfora visual para las ideas de equilibrio, perfección y totalidad. Desde el siglo XV, la esfera adquiere un nuevo valor simbólico con el desarrollo de la cúpula. Inspirada en la idea de una esfera celestial cuyo horizonte trasciende el plano terrenal, la cúpula renacentista se transformó en el símbolo de la proyección, el diseño y el control sobre el espacio terrenal. Junto con ello, la cúpula también se transformó en el “lugar de nacimiento de la profesión de arquitecto y de la división del trabajo” (Castex 1994, 19). Esto quiere decir que la cúpula ilustra la “ruptura” con la tradición y el tránsito hacia una nueva época (Castex 1994, 11), en la que los saberes técnicos, el desarrollo de nuevas tecnologías, el empleo de la matemática y la geometría se articulan bajo nuevas formas de saber aplicado –principalmente, la arquitectura, la ingeniería, la escultura y las artes visuales–, cuya ventaja y novedad frente a otras actividades humanas consistió en ofrecer la oportunidad de “componer el lugar” para la vida en sociedad, mediante nuevos sistemas de representación y proyección que permiten manipular el espacio antes de emplear recursos materiales y humanos de intervención. En este sentido, la cúpula simboliza la maestría técnica que puede alcanzarse mediante conocimientos científicos, pero también el poder político de las nuevas formas de conocimiento y su eventual transformación en eje y resguardo de la vida moderna. Así, bajo la forma de la cúpula, el motivo de la esfera sobrevive hasta nuestros días como una forma simbólica de la Modernidad, que representa el poder y alcance de la aplicación teórica y técnica de la creatividad científica.

Este símbolo también parece coincidir con la renovada misión de Conicyt, orientada a proyectar las bases para un ecosistema de CyT, y no solo a administrar los instrumentos surgidos al alero del principio de subsidiariedad. Al respecto, los programas de investigación aplicada como Fondef y los programas de vinculación con el medio son ejemplares. Por un lado, el “Programa Cultura de la Innovación”, presentado en los primeros años de la década de 1990, estuvo dirigido a potenciar el valor de la innovación en la sociedad chilena, especialmente entre los empresarios, ya que se proyectaba que la cultura científica podría impactar positivamente en el desarrollo productivo local. Por otra parte, el programa “Explora”, presentado en 1995, instala la principal plataforma de divulgación y comunicación científica del país a nivel escolar. En general, con estos programas D’Etigny buscaba resolver un diagnóstico presente desde fines de los 80’ (Pinochet 1988), a saber, que la generación de una sociedad educada en materias de CyT es una condición necesaria para comprender y desarrollar el valor de la CyT y su contribución en nuevas materias de interés social y económico, como la innovación tecnológica y social (D’Etigny 1993, 1-2).

Así, a diferencia del período anterior, este nuevo período propone entender a Conicyt como la cúpula bajo la cual el ecosistema general de CyT debería organizarse.[14] Podemos observar que esta imagen coincide con los planes de crecimiento, sistematización y territorialización de Conicyt durante los 90’. Como la cúpula, las políticas de Conicyt estaban dirigidas a generar una serie de lineamientos que buscaban centralizar la gestión y la administración de los recursos a nivel nacional, con el fin de transitar desde el modelo institucional dedicado a financiar investigación universitaria, a un modelo institucional que le reservaba un rol político más amplio, orientado a componer y articular el ecosistema local de CyT.[15] Sin duda, esta tarea estuvo presente en distintos momentos institucionales –y particularmente a partir de la elaboración de los planes generales de la década anterior–, pero su concreción, como hemos visto, tuvo menos protagonismo que la administración de programas de financiamiento para investigaciones, postgrado y redes de información académica. Con todo, la imagen analizada da cuenta de cómo dicha tarea adquirió  protagonismo en el nuevo contexto de democracia neoliberal, mediante una nueva interpretación institucional de la misión de Conicyt, que entendía  ahora a la política científica nacional como un marco de orientación para su rol fomentista, tal como habían sugerido ya en la década del 70’ los observadores de la UNESCO (Steanmans 1969, Dellacasa 1975, CONICYT-OEA 1979).

3.4. 2018-2022: Cambio de institución, cambio de imagen

FIGURA 6. Imagen corporativa de Conicyt, 2010. Fuente: Extraída del sitio web de Conicyt.

La sexta imagen y última imagen es una ilustración figurativa instalada en el frontis del edificio de Conicyt (FIGURA 6), que hace de la vía pública el lugar clave para difundir su nueva identidad organizacional. La imagen fue encargada en 2018 al “Colectivo Bla!”,[16] para marcar la transformación de Conicyt en la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID). Para ello, se solicitó una imagen que reemplazara el acrónimo de la institución esculpido en cobre, instalado en el costado izquierdo del frontis (FIGURA 7). En este sentido, esta última imagen representa el fin de una época y el comienzo de la actual institucionalidad ministerial para las ciencias en Chile. La imagen es acompañada por la frase “el conocimiento nos cambia la vida”, instalada en el costado derecho del frontis, y el mapa de Chile en el costado izquierdo.

FIGURA 7. Imagen corporativa de Conicyt, 2010. Fuente: Extraída del sitio web de Conicyt.

El diseño y trazo sofisticado y limpio de años anteriores es reemplazado por uno más cercano a la ilustración, a los dibujos tipo “stickers” o aquellos utilizados en campañas de marketing dirigida a niños. La representación se compone principalmente de motivos que provienen de las ciencias naturales y la tecnología. En el centro, se ubica el modelo biológico de la doble hélice, identificado químicamente en 1909 y definido en 1953. Representaciones de animales, humanos, de objetos astronómicos y tecnológicos enmarcan la doble hélice.

El aspecto simbólico central es la representación de los puentes de hidrógeno de base nitrogenada como una escalera ascendente, símbolo de “avance”, “progreso”, pero también de “camino”, “orden” y “guía”. Los elementos iconográficos que enmarcan la hélice simbolizan aspectos relevantes de la ciencia contemporánea, entre los que destacan aquellos que hacen referencia a la ciencia local (astronomía, oceanografía, climatología y medio ambiente). Finalmente, los colores aluden a la bandera de Chile.

Los elementos de la imagen, dispersos como están, no comunican una idea clara de la misión de la institución, salvo la de fomentar la investigación avanzada en el país. Sin embargo, la centralidad de las ciencias de la vida se condice con el rol protagónico de los científicos en la gestación y desarrollo institucional de Conicyt. Además, su formato más lúdico, amigable, familiar y cercano vincula  esta imagen al logotipo utilizado durante la Unidad Popular, sobre todo porque parece compartir el deseo de llevar la investigación científica y tecnológica al ciudadano común, y el interés por tender puentes entre el conocimiento avanzado y las inquietudes, curiosidades y necesidades del niño, el joven y el adulto. En este sentido, aunque no se trata de un logotipo institucional, no es casual que se haya optado por un formato mural para presentar a ANID , pues resulta adecuado si lo que se quiere es transmitir la idea de una institución “abierta”  y “acogedora” con la comunidad, sus necesidades e inquietudes.

  1. Conclusión

El presente artículo desarrolló una interpretación iconológica de las imágenes corporativas de Conicyt. Para ello, hemos considerado estas imágenes como símbolos de su identidad organizacional, con el fin de mostrar cómo ellas articulan una iconografía política que instala, describe y reinterpreta sus tradiciones, tendencias, expectativas y aspiraciones institucionales, durante un período de 51 años. A partir del análisis de sus motivos iconográficos y de documentos institucionales, políticas científicas en Latinoamérica y Chile, construimos una aproximación panorámica de la historia cultural de Conicyt, particularmente, y de la deriva histórica de comprensiones políticas sobre el conocimiento científico que esta institución instaló en el contexto local. Gracias a esta aproximación inédita, podemos finalmente concluir los siguientes tres aspectos.

Primero, hemos constatado que Conicyt simbolizó su identidad y misión organizacional mediante el traspaso de motivos científicos a un contexto político, proveyéndoles con ello un valor y significado distinto al de su contexto original. Como señala Burke (2001, 19), las convenciones visuales son un ámbito significativo de las imágenes. En este caso, hemos mostrado que la hegemonía de convenciones y motivos provenientes de las ciencias naturales se condice con el rol político que científicos y científicas han tenido en la historia de Conicyt. En este sentido, las imágenes analizadas confirman el fuerte vínculo que existió entre Conicyt y las culturas científicas y epistémicas, particularmente del ámbito biológico, lo que ayudó a consolidar mediante su rol administrativo en materia de fondos.

Segundo, hemos constatado que la iconografía política de la institución se concentró principalmente en representar sus aspiraciones e ideales público-institucionales en sus distintos períodos. En este sentido, hemos sostenido que las imágenes analizadas operan como símbolos de las orientaciones políticas que inspiraron a la institución. Desde una perspectiva diacrónica, las imágenes se articulan como dispositivos con fuerza performativa, al simbolizar los intereses programáticos y políticos de cada período de la Comisión. Desde una perspectiva sincrónica, en cambio, las imágenes configuran una panorámica histórico-cultural sobre la institución, que pone en perspectiva las tradiciones de pensamiento político, los patrones institucionales y las orientaciones sociales que han permeado la ruta institucional de Conicyt. Esto nos permitió mostrar que la misión institucional de Conicyt, y con ello su propia identidad organizacional, se desenvolvió en la historia como una tensión constante entre su rol político y su rol administrativo.

Tercero, la constatación de dicha tensión nos permitió distinguir dos tipos de iconografía política, que se suceden a lo largo de la historia y que coinciden con el temprano diagnóstico de Alain Steanmans (1969). Por un lado, se distingue una iconografía que destaca la dimensión socio-cultural de la ciencia y la tecnología, mediante una figuración que explícita el rol social de las ciencias y tecnologías como factor de cambio y progreso (FIGURAS 2 y 6). Por otro lado, se distingue también una iconografía que destaca la dimensión técnico-disciplinar de la ciencia, mediante una figuración que instala la ciencia en un espacio autónomo, enfatizando así el valor intrínseco de la práctica científica como sistema de representación abstracto, técnico y racional (FIGURAS 1, 3, 4, 5). Al respecto, un aspecto relevante de nuestra interpretación es que permite observar que el reciente MCTCI se fundamenta en esta doble visión y, en consecuencia, delegó el rol administrativo de Conicyt a la ANID, mientras que su rol político fue distribuido entre sus gabinetes, oficinas y departamentos.

Agradecimientos

Agradecemos a las y los informantes clave que participaron del proceso de consulta de percepciones sobre las imágenes, realizado durante los meses de octubre 2020 a julio de 2021. Asimismo, agradecemos a las y los funcionarios de la actual Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo por ayudarnos a confirmar la existencia o ausencia de documentos institucionales durante la pandemia por COVID-19.

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Listado de Imágenes

  1. Figura 1. Logo de Conicyt, 1969-1971.
  2. Figura 2. Logo de Conicyt, 1972-1973.
  3. Figura 3. Logo de Conicyt, 1974-1993.
  4. Figura 3.1. Logo de Conicyt, 1974-1993.
  5. Figura 4. Logo de Conicyt, 1994-2000.
  6. Figura 4.1. Logo de Conicyt, 1994-2000.
  7. Figura 5. Logo de Conicyt, 2001-2010.
  8. Figura 6. Mural de ANID, 2018.
  9. Figura 7. Letras de cobre CONICYT.

Listado de Tablas

  1. Tabla 1. Resumen. Proyectos subsidiados Concurso 1969. 1. Subsidios a proyectos de investigación (Conicyt 1969, 16).
  2. Tabla 2. Proyectos de investigación según disciplina y tema hacia el cual se orientan (Castro Cannobio 1972, 25).
  3. Tabla 3. Proyectos presentados y aprobados por disciplina (CONICYT-FONDECYT 1989, 6).
  4. Tabla 4. Recursos reales concedidos por disciplina. (CONICYT-FONDECYT 1989, 7).


[1] Entre las publicaciones más importantes se encuentran La semana científica y tecnológica (cuya circulación comenzó en 1972) y Panorama científico (desde 1984 en adelante), aunque también tenemos noticia de un Boletín informativo Conicyt publicado en 1970, y otra publicada entre 1971 y 1973, llamada El correo de Conicyt. Entre los seminarios relativos a ciencia y tecnología donde tempranamente participó Conicyt, destacaron las instancias organizadas primero en la Región del Bío Bío en conjunto con la Universidad de Concepción (octubre de 1969) y, meses después, en la Región de Valparaíso y Aconcagua, con las universidades Católica, de Chile y Federico Santa María (diciembre de 1969).

[2] (Sagasti 2011, 31-32) distingue cinco etapas de las políticas de ciencia, tecnología e innovación en América Latina. 1) etapa inicial instalación de la ciencia (1950-1960), 2) etapa de regulación de transferencia tecnológica (c.1965-1970), 3) etapa de generación de instrumentos de política y enfoques institucionales (1970-1985), 4) etapa de ajustes económicos y transformaciones políticas (1980-1995), 5) etapa de desarrollo de sistemas de innovación y competitividad nacional (c.1985-2000). Para Velho (2011), la evolución de las políticas científicas está directamente relacionada a los conceptos de ciencia: entre fines de la Segunda Guerra Mundial e inicios de la década de 1960, la ciencia es entendida como un motor del progreso; entre las décadas de 1960 y 1970, la ciencia se entiende como una solucionadora de problemas; entre las década de 1980 y 1990, la ciencia fue entendida como fuente de oportunidades estratégicas; y en las primeras décadas del actual siglo, la ciencia es entendida progresivamente como un bien de la sociedad. Finalmente, para una mirada más general que propone una cronología en dos etapas (1960-1970 y 1980-1990), ver (Dagnino, Thomas y Davyt 1996). Asimismo, para una mirada general sobre la relación entre ciencia y política en el contexto chileno, ver (Quiroz 2016).

[3] Sobre historia educacional en Chile en las décadas de 1960 y 1970, ver: (Sol Serrano et al. 2018, Bernasconi 2015, Brunner 1986).

[4] Para conocer el trabajo visual de los hermanos Larrea, ver: https://www.archivolarrea.cl/

[5] Al respecto, ver (CONICYT-Dirección de Planificación-Departamento de Estudios 1972).

[6] Por ejemplo, algunos académicos insinuaban que las nuevas autoridades del ente, designadas por el gobierno de Allende, usaban el evento para validar decisiones previamente tomadas y enmarcadas en el proyecto socioeconómico de la Unidad Popular. También quedó registrada la crítica posterior al congreso, que apuntó a la ausencia de verdaderos científicos, expertos de prestigio nacional en la reunión de 1972. Al respecto, ver (Dellacasa 1975, 20, Qué Pasa 1972). También es posible consultar el trabajo específico de los comités y comisiones organizadas en la etapa “regional” del evento, esto es, durante las semanas previas a las sesiones plenarias (Conicyt 1973). Para una visión general sobre la situación de la política científica hasta la década del 70', los problemas institucionales de la ciencia en las universidades y las propuestas de mejora provenientes de la academia, ver (Cori 1976).

[7] Cabe señalar que FONIC fue el instrumento público que inspiró el Fondo nacional de desarrollo científico y tecnológico de Chile (FONDECYT). El Fonic fue un plan que no estuvo exento de críticas y oposiciones de parte del ámbito académico. A semanas del Golpe de Estado y por imposición de la Dictadura, esta iniciativa de instrumento público para el desarrollo de investigación científica y tecnológica fue abortada por la administración de Conicyt, a cargo del general en retiro Manuel Pinochet Sepúlveda (Dellacassa 1975, Zárate, Sierra y Goldflam 2022).

[8] Los institutos estatales de investigación científica de la época eran los siguientes: Instituto de Investigaciones Geológicas (IIG), Instituto Antártico Chileno (INACH), Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), Instituto Forestal (IFOR)

[9] La Escuela de pensamiento latinoamericano en ciencia, tecnología y desarrollo fue una corriente de pensamiento surgida entre 1950 y 1970. La Escuela estuvo compuesta por diversos profesionales del ámbito de la ciencias sociales y políticas públicas, quienes abogaban por desarrollar políticas científicas para fomentar la autonomía tecnológica de la región en el contexto de los procesos de industrialización internacional. Sobre la historia de la Escuela, ver (Marí 2018).

[10] Esta iniciativa fue un gesto de diplomacia científica, que inició sus gestiones durante el gobierno de Frei Montalva y se concretó en 1970. En términos de Dellacasa (1975, 12): “como la Asistencia Técnica Internacional es un instrumento de transferencia de ciencias y tecnología desde regiones o países de mayor desarrollo hacia países o regiones de menor desarrollo relativo, parece conveniente que el control y manejo de ella corresponda al organismo 'encargado del desarrollo científico y tecnológico'. Mucho más tarde, se agregó otra razón: 'las acciones de asistencia técnica internacional podrían ser evaluadas por el grupo de expertos y científicos de CONICYT’”.

[11] Se cuenta con una serie de columnas, reportajes en semanarios políticos como Ercilla y Qué Pasa,  publicaciones académicas como los Anales del Instituto de Chile, y discursos publicados en documentos universitarios de diversos científicos como, por ejemplo, Joaquin Luco, Osvaldo Cori, Héctor Croxatto,  Jorge Allende e Igor Saavedra, entre otros. Este material constituye una fuente valiosa para la eventual reconstrucción de la participación y los juicios de la comunidad científica durante la Dictadura Militar.

[12] En este sentido, el presupuesto y las decisiones políticas en materia de CyT quedaron sujetas a las necesidades y vaivenes del mercado. El principio de subsidiariedad presupuso que el nuevo contexto de libertad económica iría de la mano con un mayor protagonismo del sector productivo, que, obligado por la competencia de sus pares locales y extranjeros, se vería impulsado a desarrollar mejoras tecnológicas. A su vez, se enfatizó el desarrollo de CyT en áreas prioritarias para la economía, sobre todo aquellas que fortalecieran las directrices neoliberales, como la exportación de recursos minerales y de consumo inmediato (Zárate, Sierra y Goldflam 2022).

[13] A pesar de la relevancia que cobró Fondecyt, esto no quiere decir que los Planes nacionales de este período no realizaran otros aportes significativos para la política científica local. Como señalamos, el primer plan, por ejemplo, definió la relevancia del desarrollo de la ciencia básica para la inversión pública, así como la idea de que el mercado funcionaría como un motor de desarrollo para la CyT (CONICYT 1974). El segundo plan propuso reforzar la infraestructura de investigación, mediante becas de posgrado, dotación de equipos y apoyo editorial. Asimismo, se presentaron programas de incentivos y estímulos para integrar CyT en empresas, entre los cuales destacó el señalado Programa de Fondos de Desarrolo Sectorial, que dio origen a FONDEF (Zárate, Sierra y Goldflam 2022).

[14] Otra interpretación posible se basa en la similitud entre este logotipo y el diseño en base a puntos de Thomson-Reuters. A pesar de la relación actual entre esta transnacional de publicaciones científicas y las instituciones de investigación científica y tecnológica, hemos descartado esta relación por razones históricas. El logotipo en base a puntos de Thomson-Reuters es posterior al diseño de la cúpula que aquí sugerimos. Con todo, es relevante destacar que el diseño en base a puntos se replica en otras comisiones nacionales de ciencia y tecnología de Latinoamérica, como el caso de Conacyt.

[15] Al respecto, es pertinente considerar las palabras finales de Enrique d’Eitgny en su discurso del 28 de mayo de 1997, dedicadas al futuro de la institución a partir de los avances realizados durante su gestión: “Los esfuerzos han sido numerosos y no siempre todo lo exitosos que hubiésemos deseado. Nos complace reconocer, sin embargo, que nuestra CONICYT de hoy se caracteriza por una complejidad creciente de interacciones, una preocupación global por el sistema científico tecnológico nacional, un respaldo prioritario a la excelencia y pertinencia de la ciencia y tecnología y una búsqueda incesante de recursos para respaldar nuevas iniciativas en este ámbito del desarrollo nacional” (D’Etigny 1997, 26).

[16] El proyecto se puede consultar en la web de Bla!: https://bla.cl/fachadaanid.html. Cabe señalar que, en 2013, Conicyt ya había realizado un llamado a elaborar obras visuales, mediante el concurso público “Arte para la Ciencia”. El concurso contempló diseñar, construir e instalar obras artísticas en el edificio de la institución, en calle Moneda. El concurso seleccionó tres obras ganadoras (EXPLORA 2013). Solo dos de estas obras se encuentran hoy en el edificio. La tercera obra fue desarrollada, construida, pero no instalada en el inmueble. Cambios en la dirección de Conicyt, problemas de gestión y traspasos repentinos de propiedad de la obra de Conicyt a la Municipalidad de Santiago condujeron, primero, a cambiar su lugar de instalación al Parque San Borja y, más tarde, a no concretar su instalación. En la actualidad la obra pertenece al municipio y se encuentra almacenada en bodegas del Parque O’Higgins.